No al Medellín gatillero

NO AL MEDELLIN GATILLERO

 Luis Pérez

La ciudad viene, desbocada, sufriendo una violencia inhumana y galopante. Y, muy grave, se observa aperezamiento de la Alcaldía para enfrentar la crisis. No tiene la ciudad gerencia pública contra la violencia, ni liderazgo que convoque a unir fuerzas contra la amenaza que Medellín se convierta en ciudad de gatilleros. Las respuestas de la alcaldía al clamor de la ciudadanía dan desesperanza. La inseguridad es tan real, que no hay maquillaje que sirva. La inseguridad es tan dramática que cualquier máscara la empeoraría. Se respira miedo urbano por todas partes: +Los homicidios han aumentado por toda la ciudad. No hay espacio vedado para el regreso de los gatilleros. . +El Mundo, julio 24 de 2009, titula: “Los combos retan al estado”. En la comuna nororiental, caravanas ilegales armadas, “recomendaron” cerrar el comercio, paralizar el transporte, y paró el Metrocable por miedo. Los ilegales dictaron toque de queda en las narices de las autoridades. +La Alcaldía de Medellín reconoció, en Radio Súper, que tiene pagados un grupo de 5.400 desmovilizados y jóvenes que entregan armas, con una beca de $400.000 mensuales, desde hace 6 años. La mayoría de ese ejército es ilegal y usan ese dinero de la Alcaldía para comprar armas. Fajardo Landaeta, exconsejero de paz, El Tiempo, Fernando Soto, vocero nacional de desmovilizados y muchos expertos, aseguran que mayoría de desmovilizados están delinquiendo, y aun así, las becas se siguen repartiendo. A esos jóvenes hay que darles un empleo digno para que se retiren de actividades ilícitas en lugar de tener un ejército con gatilleros pagados por la alcaldía. Asi se está construyendo una ciudad de gatilleros. +El Mundo, Julio 10 de 2009, asegura que en la Comuna Trece otra vez los violentos mandan: Homicidios, extorsiones, plazas de vicio, balaceras ocupan el panorama de la Comuna Trece. Hay toque de queda de facto. Hasta las iglesias cierran temprano. +El Tiempo, agosto de 2009, dice que a ojos vistos, hay más de 750 casas de vicio en Medellín que producen en promedio $600.000 diarios cada una y que tienen como clientes a más de 100.000 personas. O sea, doble escándalo: Los 100.000 drogadictos y los $150.000 millones anuales de utilidades de las casas de vicios que engordan la violencia. El narcotráfico y la ilegalidad carcomen la ciudad. Las bandas imponen posición dominante en el mercado de la droga en el sector donde controlan territorio. El consumo y comercialización de drogas en instituciones educativas traspasa todas las fronteras permisibles, sin que se observe una política agresiva de prevención. El remedio de hacer el Toque de Queda Discriminatorio para menores en algunos barrios es de triple filo. Primero. Crea un pánico social que la imagen internacional de la ciudad pagará caro por muchos años, afectando negativamente el turismo, el empleo y la inversión. Ya en todo el mundo se comenta la medida por Internet como si Medellín fuese el infierno. Segundo. La ciudad regresa a la odiosa discriminación de jóvenes de barrios populares a quienes se les va a manchar porque no nacieron para semilla, y se les cerraran las puertas en colegios, redes sociales, universidades y empresas por considerarlos parte de una supuesta “escoria social” por la discriminación del toque de queda. Regresan las murallas sociales invisibles. Y tercero. El toque de queda discriminatorio estimula el desplazamiento intraurbano de jóvenes a otros barrios donde pueden sufrir nuevas violencias por “invasión” de territorios. A Medellín se la disputan los que prohíben. Combos, vendedores de drogas, jefes de combos, delincuentes informales en busca de gloria, y ahora el toque de queda discriminatorio. Urge una convocatoria a la restauración de la ciudad.